Hoy vamos a sumergirnos en el fascinante mundo de la evaluación en primaria, explorando cómo este proceso va más allá de calificaciones y se convierte en un viaje hacia el desarrollo integral del alumnado. No quería ponerme con articulado y norma, pero si teniendo siempre la normativa en vigor en el trasfondo de mi aportación, quería aportarte algunas ideas prácticas que pudieran ayudarte a darle un giro a tus clases y a tu forma de ver el proceso arduo de la evaluación.

En este vasto territorio educativo, la evaluación actúa como nuestro faro guía. Imaginemos que cada estudiante es un navegante y la evaluación es su brújula. Cuando ambas se alinean, se crea una ruta clara hacia el éxito. Es por esa razón, que la relevancia de la evaluación no es moco de pavo y es un asunto indiscutible que, como docentes debemos tener muy en cuenta y mimar, ya que de ella dependerá el éxito real de nuestros alumnos y el aporte que podamos realizar para que su aprendizaje mejore.

Yéndonos al área de inglés, tomemos como ejemplo una evaluación de comprensión auditiva en el aprendizaje de un nuevo idioma. En lugar de simplemente preguntar sobre hechos y detalles, diseñamos preguntas que requieran la aplicación práctica de la información. Esto asegura que la evaluación esté en sintonía con la norma de comunicación efectiva, y no solo de memorización, asegurando de esta forma un aprendizaje competencial. Nuestro viaje educativo necesita hitos para medir nuestro progreso.

Criterios de Evaluación como Hitos

Los criterios de evaluación, atendiendo a la nueva norma, son los referentes para la evaluación, por lo cual, deben ser los hitos en el mapa del aprendizaje. Volvamos al aula de idiomas: definir criterios claros, como la capacidad de expresarse con fluidez en una conversación cotidiana, ofrece a los estudiantes un destino específico en su viaje lingüístico. Imaginemos una actividad donde los estudiantes deben participar en una simulación o role play en el idioma que están aprendiendo. Aquí, el criterio de referencia podría ser su capacidad para mantener una conversación fluida, utilizando vocabulario específico y estructuras gramaticales apropiadas.

Estos criterios se convierten en faros que iluminan el camino hacia el éxito, evitando que a las generaciones venideras, les suceda lo que a nosotros: aprender un idioma para escribirlo pero sin tener ninguna idea de cómo comunicar en él. No me gustaría dejar sin mencionar la importancia de anticipar la evaluación tanto al alumnado como a las familias.

Evaluación Competencial en Idiomas

En nuestro viaje educativo, la anticipación se convierte en la brújula que guía tanto a estudiantes como a familias. ¿Cómo podemos implementar esto en el aula de idiomas? Proveer a los estudiantes de un «mapa» antes de una evaluación, como una lista de vocabulario clave, les permite prepararse para el viaje lingüístico que están a punto de emprender, de igual manera, que tanto familias como alumnado sean conocedores de qué instrumentos exactamente vamos a usar para evaluar y sobre qué pondremos nuestro foco, como docentes.

Un ejemplo práctico sería dar a los estudiantes una lista de temas que se discutirán en una evaluación oral. Esto les permite preparar vocabulario relevante y practicar expresiones útiles. Asimismo, se podría proporcionar a las familias recursos como guías de estudio y consejos para apoyar el aprendizaje en casa, asumiendo que por desgracia, no todas nuestra familias tienen que conocer la lengua que enseñamos. En nuestro viaje, la evaluación competencial se convierte en el vehículo que nos lleva más allá de la mera acumulación de datos hacia la aplicación práctica del conocimiento.

Tomemos el ejemplo del aula de idiomas, donde el enfoque competencial implica no solo recordar palabras y reglas gramaticales, sino utilizarlas en situaciones reales: que el niño en una situación comunicativa real sea capaz de entender y ser entendido. Digamos adiós a planteamientos retrógrados que no enseñaban lenguas, sino teoría. No podemos olvidar que en este viaje, todos somos aprendices, incluso los docentes. La coevaluación y autoevaluación se convierten en herramientas esenciales para nuestro crecimiento.

Un ejercicio práctico podría ser asignar a los estudiantes la tarea de grabar una conversación en el nuevo idioma y luego revisar y evaluar conjuntamente sus propias grabaciones y las de sus compañeros. Esto fomenta un ambiente de aprendizaje colaborativo, donde todos contribuyen al desarrollo del otro. Este viaje educativo nos lleva más allá de las meras calificaciones hacia un desarrollo integral. La evaluación adecuada a la norma y los criterios de evaluación como referencia actúan como nuestra brújula y mapa, garantizando que cada paso sea significativo.

Coevaluación y Autoevaluación:

La anticipación se convierte en nuestra preparación para el viaje, y la evaluación competencial nos impulsa hacia la aplicación práctica del conocimiento. La coevaluación, autoevaluación y evaluación del docente completan el ciclo, creando un entorno donde todos somos exploradores del conocimiento. En el aula de idiomas, cada evaluación no solo mide el progreso lingüístico, sino también el viaje personal de cada estudiante hacia la fluidez y la comunicación efectiva.

En este periplo educativo, la esperanza reside en la idea de que cada evaluación no es solo una medición de logros pasados, sino un faro que guía hacia un futuro lleno de posibilidades de aprendizaje continuo y crecimiento. Cultivemos cada día en nuestras clases que nuestros niños estudien para aprender y no para aprobar. Es un objetivo ambicioso pero a su vez posible de conseguir si se emplean las técnicas e instrumentos adecuados.